que daría prioridad a las personas mayores con afecciones preexistentes, trabajadores de la salud y otros. Toda esta euforia con la planificación y la inmediatez de la vacunación da, cuando menos, un poco de tribulación. La decisión de vacunar primero a las personas mayores y con factores de riesgo podría encerrar, , además de los lógicos motivos médicos y humanitarios, otros motivos mucho menos cálidos. Si existe alguna posibilidad ( que seguramente las habrá por pura estadística) de que se produzcan efectos adversos en el corto plazo, éstos van a debutar sin ninguna duda en los fenotipos y genotipos menos potentes. Eso permitirá detectarlos lo antes posible y tomar las decisiones adecuadas. Si a esto le sumamos la paranoia mediática con este asunto, ya tenemos el coctel explosivo oportuno para paralizar este optimismo.