El crecimiento europeo será más débil en los próximos trimestres. Asegura que hay vientos en contra persistentes.
Sube previsiones de crecimiento en 2019 de 1,1% a 1,2%. Para 2020 baja de 1,6% a 1,4%.
La inflación subirá hacia finales de año. En 2019 sube de 1,2% a 1,3%. En 2020 baja de 1,5% a 1,4%.
Se sigue necesitando mucha política monetaria laxa.
Draghi está dejando pasar la reunión intentando escabullirse sin decir absolutamente nada. No se moja en nada, ni francamente, está dando una sensación por el momento tan dovish como se esperaba el mercado. Más bien da una sensación de aquello de «para lo que me queda en el convento…etc».
Totalmente a la defensiva no ha dicho ni una sola frase jugosa. Que la economía está débil, cosa que ya sabía todo el mundo, y poco más. Si alguien esperaba que hoy se mojara no va a ser el caso. Está muy claro que no quiere hacer nada porque se va a finales de septiembre.
Vean la reacción bajista del futuro del Dax ante un Draghi que parece no tener interés alguno en reaccionar como sería adecuado ante las circunstancias económicas complejas en las que nos encontramos. La euroesclerosis en su máxima expresión:
Draghi ha saltado a la cancha lituana con la firme intención de mojarse lo mínimo posible, parece que muy claramente teniendo en cuenta que le quedan tres meses de mandato y no quiero complicaciones ni condicionar el mandato de su sucesor que parece va a ser de la línea dura.
La primera parte de su charla ha sido evasiva, monótona y sin sustancia. Se limitaba a decir que la economía sigue débil y los riesgos son a la baja. Ha llevado a cabo unos cambios de previsión sobre la inflación y sobre el crecimiento absolutamente cosméticos y sin gran relevancia.
En todo momento ha estado mucho menos dovish de lo que el mercado esperaba y tanto las bolsas como los bonos bajaban.
Casi al final del todo lo ha intentando arreglar con una rebuscada frase en la que ha dicho que «han subido las probabilidades» de bajadas de tipos, de una nueva QE y de cambiar de sesgo…que es exactamente lo que el mercado quería oir, pero claro lo ha dicho como con sordina.
Nos quedamos con la lectura entre líneas. El BCE es plenamente consciente de la que está cayendo, pero intenta aparentar lo contrario. Al mercado no le gustan las medias tintas, tendrán que ser más claros. Pero desde luego que esa última frase casi al final ha arreglado mucho, de cara a los mercados, la perspectiva de todo lo que ha dicho.