Las deudas son el enemigo invisible de nuestras finanzas personales que se carga nuestro ahorro. La deuda en sí no es mala, el problema es el tipo de deudas que tiene el 90% de la gente que le consumen gran parte de sus ingresos, y al final te metes en un bucle en el que la deuda llama a la deuda para pagar la anterior deuda, y así sucesivamente. Por eso es necesario saber cómo controlar tus deudas.
Al igual que con el ahorro, con la deuda también tenemos que diferenciar entre varios tipos, la deuda que todo el mundo conoce destinada para el gasto, y que en parte es necesaria para comprarte un piso por ejemplo o un coche. Normalmente la gente no lleva esas cantidades en el monedero.
Esta deuda a su vez tiene dos partes que son las principales que vamos a atajar en este momento. La primera como hemos dicho es normal que no tengas el dinero para hacer un desembolso tan grande como para comprarte una casa o un coche, okey. Pero hay otro uso para esta deuda. La financiación de todo. La financiación a su vez no es mala, tengamos en cuenta que la financiación es un tipo de deuda, te dan un bien o servicio a cambio de pagarlo de manera fraccionada a lo largo del tiempo a cambio de un interés dependiendo del plazo. Equiliqua, el gran problema de muchas familias.
Cuando tu financias la tele sabiendo que el importe de las mensualidades que vas a pagar entra dentro de tu rango de ingresos, gastos, ahorro para gasto y “ahorro de verdad”, no hay problema. Pero en muchas ocasiones, la gente se pone a financiar gastos como si fueran gominolas, y acabas teniendo que pagar: la tele, la lavadora, el aparato del niño y a saber cuantas cosas más. Que al final de cuentas, acaban suponiendo un gasto fijo que finalmente ahoga nuestra economía familiar. Aprender a administrar este tipo de gastos es la clave de aprovechar los beneficios de la financiación para llevar una vida más cómoda sin necesidad de comprometer nuestros objetivos a futuro. Hay gastos que debe esperar hasta que nuestro “ahorro para gasto” pueda afrontarlo.
Ahora bien, si has llegado hasta el punto de que por desconocimiento o por gula de la buena vida te has metido en unas cuantas deudas, vamos a ver los puntos importantes para ir cambiando esa situación y conceptos a tener en cuenta:
Método Snowball
Como todo artículo que se precie tiene que traer algún estudio de una prestigiosa universidad y en este caso vamos a comentar el método que elaboró un equipo de investigación para la Harvard Business Review. Sin entrar en detalle sobre el proceso de la investigación (basado en cómo un grupo de personas trataba de reducir sus deudas), llegaron a la conclusión de que el factor que tenía más impacto no era la deuda que quedaba por pagar, es decir, la deuda restante, sino el importe que habían conseguido liberar tras amortizar las deudas de menor importe.
En otras palabras, el componente psicológico a la hora de reducir las deudas tiene un impacto positivo en los individuos, por lo que se ven más motivados para seguir eliminando sus deudas.
Pasos a seguir:
- Listado de las deudas: Es imposible reducir las deudas si no tienes claras todas las deudas que tienes. Necesitas tener claro: importes, plazos e intereses totales. La idea es poder organizarlas de menor a mayor para ir finiquitando una tras otra.
- Capital pendiente menor: Una vez organizadas de menor a mayor, hay que identificar cuál tiene un capital pendiente menor, ese será ¡el primer objetivo! Otra opción es la que tenga un plazo más corto, para gustos colores.
- Reducimos gastos y pagamos deudas: En línea a lo que veníamos diciendo, una vez reducidos los gastos podremos destinar esa cantidad a pagar las deudas de manera que terminemos de pagar las deudas más pequeñas más rápidamente.
- Un, dos, tres, repite: Una vez terminemos con una a por la siguiente y poco a poco veremos cómo nuestras deudas se van reduciendo hasta llegar al objetivo, no financiar más de lo que nuestro “ahorro para el gasto” puede soportar.
En definitiva, la planificación financiera y la gestión de nuestras finanzas personales no son más que el reflejo de nuestro compromiso con nosotros mismos, nuestro bienestar futuro y el de los nuestros. Tener todo esto bajo control es un elemento fundamental para mejorar nuestra calidad de vida, y ahora tienes las claves para poder hacerlo.