Del origen, los prolegómenos y los pilares de mi viaje.
Mi aventura comienza allá por el año 2004, con los pocos ahorros que tenía del corto periodo de tiempo que había podido trabajar hasta la fecha, y de los premios obtenidos por la consecución de las metas que mis padres nos ponían a mi hermano y a mí para extramotivarnos de cara a obtener un buen rendimiento académico que, en definitiva, y adicionalmente a nuestra obligación, no eran sino una buena excusa para incentivarnos a crecer y a madurar, para experimentar, para aprender y para sentir esa satisfacción personal cuando uno logra sus objetivos, pero con el aliciente además de obsequiarnos por ello. Aquella práctica servía para mantenernos ocupados, inmersos en el desarrollo de tareas “sanas” y así conseguir evitar que mi hermano y yo no descarriláramos a la deriva hacia algún precipicio atrayente y perjudicial, para centrar nuestra atención en cambio en algo productivo, pasando por alto distracciones a las que cualquier adolescente puede verse expuesto (especialmente las contraproducentes).
Lo que al final quedaba y hacía mella en nosotros era una cosa principalmente: quien algo quiere, algo le cuesta, pues toda meta valiosa requiere de un esfuerzo previo para alcanzarla. Este esfuerzo es el que te lleva a lograr el objetivo perseguido y, sobre todo, para mí más importante y más bonito, es el que te hace crecer y evolucionar como persona. A la postre, y en cuanto a lo material se refiere, mis padres sólo buscaban una manera de ofrecernos algo a cambio de un esfuerzo productivo que al final revirtiera en beneficio para nosotros mismos, y no me refiero únicamente a la ganancia más inmediata como pudiera ser la económica, sino a la parte intangible. Esa vale mucho más.
Desde los orígenes y la humildad de una familia de lo más normal y corriente, conforme vas creciendo y madurando ves y aprendes a valorar realmente el esfuerzo que supuso para tus padres poder ofrecerte una serie de oportunidades que, sin ir más lejos, ellos no tuvieron. Considero este un ejemplo valioso y elemental para aprender y saber cómo afrontar la vida.
No me extenderé más aquí, pues este escrito no pretende ofrecer opinión o ejemplo sobre lo que puede o no ser una buena educación, ni mucho menos tratar de explicar en qué consiste, pues este tema es tan maravilloso como extenso y daría para mucho, pero sí diré que al menos en nuestro caso esta praxis en esencia sí surtió el efecto deseado y dio buenos resultados.
Por aquel entonces yo empezaba a cursar estudios superiores en vertiente económica y recuerdo un comentario que comenzaba a escuchar de forma bastante asidua y al que empezaba a dar importancia, que seguro, dicho de una forma u otra, a muchos os sonará: “el dinero hay que moverlo, no se puede dejar parado en el banco, de esta manera sólo irás perdiendo poder adquisitivo año tras año”.
Hasta ahí todo bien, una afirmación clara y con todo el sentido del mundo, mejor mover el dinero que dejarlo parado, pero claro amigo mío, la aseveración sólo cobra sentido si esto se hace bien y el rendimiento que genere la inversión de ese dinero que “mueves” sea mayor a la inflación que penaliza tu poder adquisitivo año tras año y que por tanto queremos evitar. Y entonces, y de forma natural, es cuando llega la inevitable “pregunta del millón” coloquialmente hablando: ¿¿y dónde coloco??
He aquí donde nace realmente mi curiosidad y despierta mi verdadero interés por los mercados financieros, ese mismo que terminaría convirtiéndose en pasión. Qué podía hacer con esos pequeños ahorros, dónde podía invertirlos para generar una rentabilidad que al fin y al cabo superara al menos esa “dichosa” inflación. Pues bien, manos a la obra (me dije) y acto seguido me adentré solo a indagar en internet, a lo que una vorágine de anuncios, páginas y artículos con el único fin de exhortar de forma interesada e inmediata comenzaron a invadir mi ordenador (y mi mente). Claro que yo por aquel entonces no era lo consciente que soy ahora para con este campo y sí podían resultarles efectivos. Yo era para “ellos” lo que en argot popular se conoce como “carne de cañón”. Y yo que pensaba que se buscaba un win-win por ambas partes… ¡ay inocente de mí!
El mundo de las inversiones, los mercados financieros y La Bolsa en especial siempre ha sido la rama de la economía y las finanzas que más me ha llamado la atención. Ya desde entonces e incluso de más joven, recuerdo estar observando gráficos tratando de comprenderlos y de entender la estructura material e inmaterial que movía todo aquel engranaje. He de decir que soy una persona que busca continuamente nuevos objetivos, por lo que enfrentar este mundo me supuso ya desde el principio un reto alentador: entender el funcionamiento la economía global y de los mercados financieros, por qué se mueven en una dirección u otra, los flujos de información, de capital, cómo el mercado traduce los cambios a distintos niveles sucediéndose oscilaciones y vaivenes más o menos bruscos, y cómo toda esta información, resultados y movimientos a nivel geopolítico afecta y acaba recogida y reflejada en los precios de los diferentes activos.
Con mi carácter insaciable por aprender más, disponer de tamaña meta tan infinita que poder ir renovando continuamente ha supuesto y sigue suponiendo algo extraordinario. Después de muchos años, los enfoques de mi aprendizaje han cambiado y los estratos más básicos pueden haber quedado atrás, pero aun a día de hoy lo más importante para mí es el simple hecho que siempre hay algo nuevo que aprender, nuevos sistemas de inversión (cuantitativa) que estudiar, analizar y poner en práctica, innovaciones que poder exprimir para desarrollar nuevas ideas y modelos y estudios con los que aportar nuevos enfoques o mejorar los ya existentes. Renovar esta pasión a diario es para mí cómo rejuvenecer en espíritu día a día.
“Como pulpo en un garaje”
Sucumbí a algunos anuncios subliminales de la industria que hicieron que comenzara a curtirme, aunque en paralelo también empezaba a aflorar en mí un arma que a largo plazo resultaría en una de las más valiosas, no tanto para aquellos que buscaban beneficio inmediato a través de mi dinero: la formación. Necesitaba respuestas y la formación era el mejor medio para obtenerlas. En la carrera empecé a cursar asignaturas de la rama financiera, así como algunas más específicas y especializadas en inversión con profesores a los que guardo mucho cariño. Trataba de asistir además a cursos complementarios en horarios fuera de clase sobre Bolsa (a cuantos más, mejor), a los cuales solíamos ir varios compañeros. Este hábito derivó incluso en la creación de un ‘Club de Bolsa’ que resultó ser de lo más motivador y gratificante para quien le encanta este mundo, pues nos reuníamos para compartir opiniones y exponer distintas visiones y análisis (principalmente técnico) sobre acciones, abriendo también la puerta a personas que sintiesen curiosidad por el mundo de La Bolsa.
Mientras tanto, como a día de hoy, también continuaba formándome de forma autodidacta, si bien y especialmente al principio, sin una buena guía eficaz y unos buenos filtros que hiciesen que mi aprendizaje se enfocara en lo importante y descartara lo más irrelevante. Aunque un momento, ¿cómo íbamos a saber esto cuando todos nosotros nos movíamos motivados por los mismos senderos y nos basábamos únicamente en las mismas creencias? Muchas veces y sobre todo cuando estás iniciándote en algo por motu propio, hay que pasar por leer y adquirir conocimientos que a la larga pasarán a un segundo plano, pero necesarios para poder aprender y saber apreciar luego mejor aquello que sí es útil y relevante y que te permitirá construir una base más sólida.
La realidad es que pasaban los días y las semanas y continuaba perdido en un bosque sobre el que además seguía sin comprender muy bien sus reglas de juego y ajeno completamente a las más feroces, pero que a su vez suponía para mí un reto que me motivaba mucho: si conseguía salir airoso de aquella jungla podría decir que había logrado una buena proeza.
Mis primeras compras
Al poco de partir hacia mi aventura, comencé a comprar mis primeras acciones. Al principio no me iba mal del todo, pero tampoco obtenía unos resultados espectaculares. Al menos eso sí, superaba esa dichosa inflación sensiblemente. Consecuencia de este prometedor (y a la postre engañoso) comienzo y de ver mis primeros beneficios, empecé a creer que lo tenía todo bajo control y que nada malo podía pasar “porque los análisis son claros y así lo dicen”. Empecé a infravalorar e incluso a obviar por completo el riesgo de mis acciones (en ambos sentidos de la palabra). Claro que no era el único, todos lo hacíamos y nos reconfortábamos escuchando sólo aquello que deseábamos saber “el análisis es correcto, nada puede fallar; la tendencia es claramente alcista; míralo, está claro, los indicadores demuestran esto, también esto otro…” no estábamos sino infravalorando y obviando el poder real de Mr Market (1).

Durante los años previos a la crisis era como sentir que estábamos en la cúspide, que todo lo hacíamos bien, todos tomábamos partido de una fiesta en plena efervescencia a la que por supuesto, no podías faltar. El mercado iba hacia arriba y parecía no tener fin. Nadie nos podía parar… pero la realidad es que al final lo que hacíamos era surfear la cresta de una ola de masas que estaba a punto de romper y sobre la que sólo unos pocos eran conscientes y no, no estábamos entre ellos.
Lo que mal empieza… mal acaba
Así, llegamos al fatídico año 2008, lanzándome a adquirir productos financieros derivados ávido de recuperar el terreno perdido, escuchando y confiando en “expertos” bancarios y ‘Market Makers’. No había tiempo que perder, esa era la solución más rápida y por tanto no iba siquiera a pararme a medir las peligrosas consecuencias que podían tener las operaciones que estábamos ejecutando, sin ser consciente de su riesgo inherente y mucho menos entonces de mitigarlo. Toda esa mezcla de desconocimiento, de emociones y de más factores psicológicos como pánico y paranoia sólo podía resultar fatal, y así fue.
Analizado ahora y desde fuera, fue como una muerte anunciada: sobrestimación de los análisis, firme creencia de que estábamos en lo cierto (¿quién iba a imaginarse que todo aquel grupo iba a estar equivocado? Pues al menos uno de nosotros se habría percatado, ¿no?), más otros factores detonantes que también tuvieron su peso como la excesiva confianza, la exaltación, la impaciencia, la imprudencia y, por encima de todo, la inexperiencia de un chico joven con ganas de triunfar sin esperas ni ambages en aquella aventura, ya os podéis imaginar: cóctel explosivo y todo por los aires. Perdí no sólo todos los beneficios conseguidos hasta la fecha sino también buena parte de mis ahorros iniciales.
De lo mejor y más hilarante de todo aquello es que ahora (me río incluso de mi propia ignorancia aquel año) tras estudio, aprendizaje, formación y asesoramiento de buenos profesionales, conozco cuáles son realmente las bondades que estos productos financieros derivados esconden, pues cuando aprendes a utilizarlos bien, no son sino instrumentos y herramientas muy valiosas, que atesoran una utilidad tremenda y unas ventajas a las que yo por aquel entonces restaba importancia o incluso ignoraba por completo, pensando únicamente en que esos “expertos” bancarios que sabían más que yo harían las cosas para que todos termináramos ganando. Ni que decir tiene que seguía siendo un auténtico inocente advenedizo, razón por la cual entono también el mea culpa. La verdad que ya ha llovido mucho desde aquello… quién me viera entonces y quién me ve ahora.
Tocan tiempos de reflexión
En aquel momento y después de semejante batacazo, recuerdo perfectamente que lejos de poderme mantener ecuánime ante la desgracia, esta mala experiencia hizo que me desalentara bastante, fue un mazazo a mi confianza, como si un castillo que tú piensas bien forjado y con materiales duros y de primera calidad se viniera de repente abajo, descubriendo que el castillo resultaba ser finalmente de naipes y un pequeño soplo de aire frío bastaba para tumbarlo.
Y es que las buenas intenciones no bastan en los mercados financieros. No hay piedad, cuando Mr Market (1) se enfada no distingue entre comunes mortales, no discrimina entre inversores, así como tampoco entre la cantidad que éstos invierten.
Pasan algunos años hasta que después de un pequeño periplo por España y por el extranjero para abrir la mente y adquirir nuevos conocimientos y experiencia profesional en varias áreas de mi carrera y de la vida en general, las circunstancias me permiten reunir nuevamente un pequeño capital que me hace pensar en el objetivo de obtener aquella rentabilidad que bata esa dichosa inflación y hacer crecer mis ahorros de forma sostenida en el tiempo.
Retomemos sí, pero con más calma
Nos encontramos a finales de 2016. Decido entonces empezar a formarme en empresas/academias mas incrementar mi aprendizaje de forma independiente y autodidacta, faceta esta última que durante los últimos años se había visto reducida, pero que sin embargo no había dejado de llevar a cabo en mayor o menor medida desde el principio de toda esta aventura, supongo como ya comenté que debido también a mi afición por la lectura y por seguir aprendiendo cada día un poco más.
Al poco de retomar el ritmo, comienzo también a aprender a diseñar mis propias estrategias a nivel técnico y algorítmico y a ponerlas a prueba y en marcha no sólo manualmente, sino a través de la elaboración de sistemas de trading automático, aunque en mi caso, sin hallar ese modelo de inversión que dé una rentabilidad constante a largo plazo (mínimo 10 años) y menos todavía siquiera conseguir acercarme a cumplir estas condiciones sin estar encima y poder despegarme de la pantalla con cierta frecuencia, aun tratándose de sistemas automáticos, siéndome imposible sortear por tanto el factor más importante, el que más influye y el que hay que paliar para que las inversiones tengan éxito: el psicológico (aun prometida su completa eliminación por muchos sistemas automáticos basados en análisis técnico principalmente).
Quizás haya sistemas basados exclusivamente en parámetros técnicos y chartistas que funcionen a las mil maravillas, por supuesto, pero he de decir que, en mi caso, y después de haber aprendido durante años y por experiencia personal propia, sólo me han funcionado bien durante algunos pocos meses y nunca de forma infalible para poder vivir con cierta tranquilidad.
Algunas consideraciones sobre el uso exclusivo de análisis técnico para nuestras inversiones

A lo anterior sobre el uso únicamente del análisis técnico como criterio de inversión en acciones o en instrumentos financieros que tengan éstas como subyacente, añadiré que la no obtención de un éxito sostenido y constante en el tiempo sólo aplicando este tipo de análisis probablemente también se deba en alto porcentaje al sesgo y a la elusión de gran cantidad de información contenida en el precio, en el que se incurre cuando se invierte únicamente con base a estos parámetros. Quizás para el mercado Forex implementar sólo análisis técnico pudiera dar mejores resultados, pues uno podría pensar que el valor de una divisa no guarda la estrecha relación que la valoración de una determinada empresa tiene con respecto al precio de sus acciones. Sin embargo, es un mercado que al final también responde en buena medida a los resultados de las empresas pero a un nivel más agregado (más macro) y que lo hace todavía más si cabe (es el más sensible) a cambios en los factores y variables macroeconómicas y geopolíticas que son de muy complicada predicción, entre otras cosas, porque acceder a información totalmente veraz y de calidad es muy difícil y costoso en el más amplio sentido de la palabra, y aun suponiendo que pudiere hacerse, digerir, analizar y sacar conclusiones útiles de forma individual que puedan reportarnos beneficio reiterado durante mucho tiempo supondría ardua tarea, pues la cantidad de información que se genera y que el precio recoge tan solo en minutos a día de hoy es ingente, sin hablar ya del desgaste físico y mental gigantesco que esto nos provocaría.
Cierto es que a día de hoy seguramente ya podamos encontrar buenas herramientas que hagan todo esto mucho más fácil, como aplicaciones y robots dentro del campo de la algoritmia y la AI con los que poder aspirar a obtener buenos resultados, si bien, presumo que el coste económico de las realmente eficaces podría ser elevado. No obstante, la tecnología es maravillosa, lo dice un fiel acérrimo de ésta. Aun así, partiendo de la base que podamos obtenerla y hacer uso de ella, no debemos obviar nunca que ésta se regirá al menos desde el comienzo con base a unos parámetros “humanos” determinados, por lo que mejor usarla utilizando criterios que dominemos, entendamos y sobre todo en los que podamos confiar seriamente. En mi caso, estos parámetros son en su minoría técnicos, pues en definitiva son los que menos fiabilidad, seguridad y confianza me han garantizado a lo largo de todos estos años.
Soy de la opinión que siempre es mejor saber qué estamos haciendo y por qué, que lo que hagamos resulte de un análisis previo que, si funciona y además resulta ser sencillo, mejor; o que quizás sea complejo en esencia, pero que, reducido y simple en su uso, funcione y resulte igualmente eficaz. Ahí está la genialidad de hacer simple lo complicado. Si el sistema está basado en criterios objetivos y cuantificables, evitaremos no sólo caer en fuertes sesgos cuantitativos, sino que dispondremos de una poderosa arma para combatir también los cognitivos, siendo la paciencia a largo plazo, la constancia, la confianza y la fidelidad a nuestro sistema el mayor de nuestros retos y la clave para obtener muy buenos resultados a futuro.
Todo esto, más la capacidad del sistema para arrojar unos resultados demostrables fácilmente, es lo que hará que podamos confiar plenamente en nuestro sistema, por supuesto también si este fuera automático. Logrando conseguir esto, un sistema basado en los criterios anteriores, que es simple y que funciona, dejémoslo, no lo modifiquemos y confiemos plenamente en él.
Llegados a este punto quizás algunos os preguntéis cómo podéis hacer para obtener un sistema que guarde estrecha relación con lo que decía anteriormente o cómo podemos hacer para crearlo. No os preocupéis, esto ya existe, son sistemas basados en factor investing (factorización de las inversiones) y de inversión cuantitativa. Los mismos sistemas que usan los inversores billonarios.
En cualquier caso, y me dirijo ahora a los más puristas en cuanto al uso únicamente de análisis técnico, un buen análisis de factores que como medio explique de forma científica y bastante más objetiva y precisa la distribución de los retornos de una serie de acciones en el tiempo, considero que hará que podamos confiar mucho mejor en nuestro sistema por la mayor incidencia directa y real que estos mismos factores tienen a la hora de determinar el valor de las acciones de una empresa y poder concluir si están “caras o baratas” en base a su precio de cotización.
Estos factores que nos ayudarán a determinar esto, no son otros que ratios financieros que recogen y nos aportan gran cantidad de información y valioso análisis tomando variables tan importantes como el nivel de deuda que tiene la empresa, el nivel de retorno que obtiene de sus inversiones (es decir, midiendo en cierta manera también el grado de acierto en el empleo de sus recursos), su solvencia, la rotación de sus activos, sus cifras de ventas, la eficiencia en su funcionamiento y dentro de la organización… información objetiva y útil, mayor a la que podemos aspirar a recoger empleando exclusivamente análisis técnico. Porque Mr Market terminará por premiar aquellas empresas que mejor lo hacen y ésta es una forma efectiva y precisa de saber cuáles son y concluir si están infravaloradas o no.
No se trata de eliminar el análisis técnico, sino de que éste sirva como complemento en algunos puntos para así crear y disponer de un sistema mucho más completo y fiable en el que criterios más objetivos y demostrables científicamente tengan más peso y que evite mejor incurrir en determinados sesgos peligrosos. Un sistema con el que en definitiva podamos realizar una mejor y más acertada toma de decisiones.
Apuntaré por último y como ejemplo de uso de análisis técnico dentro de nuestro sistema, que éste apoya muy bien y es de gran utilidad y ayuda en aplicación de estrategias de Momentum en combinación con Value; o por ejemplo toma también mucha importancia a la hora de definir las estrategias long/short o de retorno absoluto, valiéndonos por ejemplo de la MM de 200 sesiones para determinar el peso de la cobertura en la cartera.
Et voilà!
Retomando mi aventura, una de las academias de trading a las que asistí como alumno me brindó la oportunidad de aunar de alguna manera pasión y trabajo a través de la realización de un estudio de mercado y de la competencia. Gracias a esto pude conocer, entender, profundizar y ver mucho más de cerca el amplio espectro de empresas de formación en Bolsa y trading y, sobre todo, conocer una que cambiaría toda mi percepción hasta ese momento y que marcaría un punto de inflexión en mi carrera y en mi vida: KAU Markets EAFI.
Bastaron la realización del seminario web ‘Las estrategias secretas de los grandes gestores Value: Opciones’ (2) que versa sobre las ventajas de invertir mediante estrategias de Venta de Opciones PUT de Joel Greenblatt impartido por José Iván García, más un par o tres de conversaciones con Juan Esteve, para darme cuenta que allí se jugaba en otra liga, que el entendimiento de los mercados financieros era mucho más profundo y esclarecedor e iba mucho más allá de esos aspectos técnicos en los que prácticamente la totalidad de los análisis de las acciones de empresas que estaban incluidas en mis estudios se centraban únicamente hasta el momento. Era como si todo ese ruido y confusión del mercado al que me veía continuamente sometido lo filtraran y lo disiparan, sabiendo quedarse sólo con lo realmente relevante, siendo capaces de traducir, ver con otros ojos y observar desde otra perspectiva lo que sucede y hacer una lectura distinta, quizás no la mejor para otros, pero sí diferente y para mí más acertada, que se desmarca de la gran mayoría, y sobre todo y muy importante, demostrable y contrastable en el tiempo, con base a una máxima que impera y con un criterio y una directriz claves: seguir a los mejores, aprender de ellos, analizarlos y proponer mejoras.
Como curiosidad, máxime para alguien a quien gusta mucho la cultura y la filosofía orientales, el clima que respiras cuando entras a sus oficinas ya es otro: se respira relajación, el ambiente es ameno, distendido… todo muy “Zen”, tratando de evitar cualquier tipo de estrés. Todo lo contrario a cómo nos venden Wall Street vamos. Maravilloso.
De esta manera se abría ante mí un universo increíble, apasionante y vibrante y en gran parte desconocido hasta el momento, donde unos cuantos factores y ratios financieros que considero sencillos de entender incluso para quien no tenga formación económico-financiera, por primera vez no quedarían reducidos en utilidad únicamente a disciplinas como contabilidad y auditoría, sino que a través del factor investing, del que se han valido y siguen valiéndose los grandes inversores billonarios, éstos empezaban a cobrar sentido y a presentar grandes opciones para modelos de inversión cuantitativa que trascienden lo meramente académico, derivando, resultando y consolidando en una aplicación práctica, real y extremadamente valiosa.
En la senda de la inversión cuantitativa

Comenzar a recorrer la senda de la inversión cuantitativa supone acceder y poder poner en práctica las conclusiones de toda una serie de conocimientos y estudios académicos que han venido desarrollando grandes académicos como el profesor Joseph D. Piotroski con su ‘F-Score’ y grandes inversores de enorme éxito a lo largo de décadas e incluso, como es el caso de Lorenzo Serratosa y José Iván García, proponer continuamente visiones alternativas, avances, innovaciones y mejoras reales que por supuesto también dan resultado en la práctica real.
A través de esta ventana al conocimiento realmente útil que en mi caso ellos me abrieron, se puede acceder y por qué no contribuir también a los estudios de esos inversores “inconformistas” como Benjamin Graham, considerado padre en esencia de la escuela Value y de la estrategia que conocemos como ‘Net-Net’; Tobias Carlisle, otro grande de la inversión cuantitativa, autor de ‘The Acquirer’s Multiple’, una magnífica obra cumbre donde ahonda en lo que significa y supone el ‘Deep Value’ poniendo en práctica un ratio homónimo al título del libro y quien además también ha revisado, y podríamos decir que ha actualizado a nuestro tiempo la estrategia que nació de Ben Graham (3); el archiconocido Warren Buffet, quien fuera alumno aventajado de Graham y quien sobre todo durante sus primeros años de activismo obtuvo unas rentabilidades extraordinarias; u otros de la talla de Joel Greenblatt con su ‘Fórmula Mágica’ y considerado por muchos (también por mí) principal precursor del factor investing tal y como lo conocemos hoy en día; Mohnish Pabrai, Cliff Asness combinando Value y Momentum y con papers tan buenos como ‘Fact, Fiction and Value Investing’ de lectura que considero debiera ser obligatoria, o Carl Icahn, activista de muchísimo éxito.
Todos estos, entre muchos otros, pertenecen a un elenco de inversores que tienen un elemento en común: no se quedan en la superficie, se niegan a aceptar lo primero que se escucha siguiendo a las masas para en cambio analizar, ahondar y formular a través del factor investing unos modelos de inversión cuantitativa con los que llevan años cosechando magníficos resultados. Entre todos han conseguido que ese “gusanillo” por seguir aprendiendo más y más cada día de los mejores y por seguir investigando y descubriendo nuevos modelos que aprender y dar a conocer sea permanente. Todo esto es algo que para mí tiene un valor inestimable.
Hay una máxima común que muchos toman como base para sus análisis y para la elaboración de sus modelos, y que tiene mucho que ver con aquello que Graham empezó poniendo en práctica ya en los años 20 y que tan buenos resultados le aportó: comprar acciones a precio de ganga. Por aquel entonces Graham compraba incluso a precios 2/3 por debajo de sus Activos Netos Corrientes (NCAV), así se aseguraba contar con un margen de seguridad excepcional que ofreciera una enorme confianza en las inversiones (estaba comprando por debajo del precio de liquidación). A día de hoy esto es más complicado de llevar a cabo de forma estricta, pero sí es posible seguir manteniendo la esencia y lo más importante de esta práctica: comprar acciones a precio de ganga.
Actualmente y de forma adicional a lo anterior, se van añadiendo además a los estudios y a los modelos de inversión (y en especial ya de forma más reciente) ratios que miden la calidad de la empresa, pasando a combinar por tanto ambos factores: de precio y de calidad, estableciendo por ejemplo un Ranking que toma como criterios de selección y clasificación estos dos parámetros. Este es el caso de Joel Greenblatt y el uso de su maravillosa ‘Fórmula Mágica’, la cual obtuvo una CAGR (Rentabilidad Anual Media) del 30,08% entre 1988 y 2004 y que en la primera de sus versiones (la genuina), se define como el resultado de combinar en primera instancia la ratio que relaciona el valor de la empresa con respecto a su resultado operativo antes de intereses e impuestos (EBIT) obtenido para detectar precios lo más bajos posible (determinaría el precio real a asumir), combinado junto con una ratio de calidad definida por los Retornos sobre el Capital Tangible (a lo que el llama ROIC), medida ésta a través de la relación entre el beneficio operativo (EBIT) obtenido respecto a la inversión de capital (Capital de explotación neto + activo fijo neto en su caso), asegurándose mediante el uso de este binomio comprar, como él mismo define, “empresas de calidad a precio de ganga”; así como también, y manteniendo de forma todavía más estricta la esencia de Graham, podemos encaminarnos más hacia la inversión que conocemos como Contrarian o más activista, invirtiendo en empresas donde el precio de sus acciones se ha visto seriamente mermado por estar atravesando ciertas situaciones especiales (p ej una empresa en situación de liquidación o una spin off), pero que al análisis muestran que hay valor oculto e intrínseco en ellas y que por tanto atesoran un potencial de revalorización enorme respecto a la infravaloración que refleja el precio de sus acciones en este momento, en contraposición a lo que debería ser su valor real.
De acuerdo con Lorenzo Serratosa y José Iván García en su fabuloso paper ‘Inversión Contrarian en situaciones especiales’ (4), de 13 de abril de 2018, disponible en el maravilloso portal ‘SSRN’ para la difusión de investigación científica en humanidades y ciencias sociales, “el secreto es saber localizar las acciones que están atravesando estas situaciones especiales, comprarlas y buscar las siguientes”. Un ejemplo que ellos mismos exponen y probablemente el más clarividente posible de este tipo de Deep Value Investing de origen (de Graham) es el que Warren Buffet puso en práctica durante su primera etapa y por la cual se hizo inmensamente rico, empleando “la inversión más Contrarian posible, buscando esas empresas pequeñas que podrían tener algún catalizador que oculto que hicieran que una valoración adecuada asegurara una ganancia futura, pues podía comprarlas a un precio de risa y acabar vendiéndolas a un precio desorbitado.”
A través del factor investing como método científico de estudio y la inversión cuantitativa, podemos analizar y ser capaces de identificar qué factores (a través de ratios financieros en este caso) son comunes a empresas cuyas acciones baten constantemente a los mercados así como para detectar las más sobrevaloradas, ya que las posiciones cortas sirven para coberturas, pero también para obtener rentabilidades enormes vendiendo las empresas que peor lo hacen.
En definitiva, y en nuestro caso concreto, si nos paramos a pensarlo un momento detenidamente, no estamos sino invirtiendo en función de unos criterios sólidos y de sentido común: buscamos invertir en empresas que lo hacen bien, que saben gestionar eficientemente sus recursos para sacarles el máximo provecho, que obtienen unos buenos resultados que les permiten además seguir creciendo, ¡y además encontrarlas y comprarlas a precio de ganga! ¿Y no es esto básicamente el concepto fundamental a entender para saber cómo funciona realmente La Bolsa y dónde invertir en el mercado de valores con base a unos criterios lógicos? Pues como ya dije antes, el mercado (Mr Market) tarde o temprano premiará a aquellas empresas que mejor lo están haciendo. Consiste en buscar estas empresas valiéndonos de factores (ratios) comunes a las que mejor funcionan y mejor performance obtienen, unas ratios que además sabemos que llevan funcionando y demostrándolo así durante años. Tan simple como esto.
Efectivamente, nada es infalible en Bolsa, y quien te diga que sí, estará faltando a la verdad. Sin embargo, algo que considero no debería pasarnos desapercibido es el hecho que si desde tiempos de Graham, hace ya en torno a 100 años, venimos observando cómo este tipo de inversión basada en esencia en comprar acciones infravaloradas ha conseguido batir a los mercados consistentemente, ¿no sería lógico entonces pensar que el mejor camino para llegar a la meta propuesta es siguiendo precisamente a estos grandes inversores y todos los avances que han ido aportando a lo largo de décadas?
¡Muy bien! Me gustaría explorar este camino, pero… ¿por dónde empiezo?
Podrías pensar que este tipo de inversión siempre se ha relacionado más con expertos profesionales que guardan el modus operandi de esos mismos inversores billonarios, pudiendo resultar algo inaccesible a simple vista, pero créeme que esto es sólo en apariencia. Lo cierto es que el inversor particular también puede llevar a cabo estas estrategias. Sin ir más lejos, yo mismo lo estoy haciendo.
Un buen comienzo es el ‘Pequeño libro que bate al mercado’ , de Joel Greenblatt, por el mismo que mis maestros y mentores José Iván García y Juan Esteve me recomendaron empezar y por el mismo que me hizo abrir esa ventana hacia el conocimiento de los mejores, siempre junto al apoyo y acompañamiento de mis compañeros de KAU Markets y ZonaValue.com, a los que tanto agradezco que me enseñaran y me instaran a emprender el apasionante camino del factor investing y la inversión cuantitativa, empezando además a partir de aquí a saber discernir realmente y como no sabía antes entre lo que es ruido de lo que es realmente esencial y más relevante, lo elemental para ser un inversor inteligente que llegue a alcanzar metas reales y de éxito.
En mi opinión, para tener mayores garantías de conseguirlo es bueno y recomendable (aunque ya veremos que no imprescindible) conocer en profundidad lo que estás haciendo y saber por qué lo estás haciendo, factor clave para confiar en lo que realizas, además de aplicar una disciplina estoica fundamental que englobe la constante formación y aprendizaje de los mejores, la perseverancia y sobre todo, la paciencia. Esta última SÍ de obligadísimo cumplimiento.
Alternativas
A medida que te vayas formando y aprendiendo, podrás ir buscando y experimentando de cara a encontrar el sistema de inversión cuantitativa con el que mejor te identifiques. Una vez encontrado, como ya dije, sé fiel a él. Si por ejemplo te has decantado por uno que ya lleve años funcionando como la ‘Fórmula Mágica’ de Joel Greenblatt, deja que trabaje. Mi consejo es que no hagas nada más. Creo que a lo largo de todo este tiempo se ha ganado crédito suficiente como para confiar plenamente en que funciona y no subestimarla. Esta sería una buena opción.
Si por el contrario eres un gran aventurero y te van más la acción y la introspección y optas por crear tu propio sistema desde cero, o por escoger alguno de los modelos de inversión planteados por grandes inversores para tratar de innovar y añadir variables que lo optimicen buscando un premium (una prima) mayor que haga que obtengamos algunos puntos más de rentabilidad que el original, trata de hacerlo siempre bajo una buena formación y preparación que te sirvan para entender bien los parámetros que estás manejando para sacarles el mayor partido posible y de nuevo, una vez identificado el sistema que mejor se adapte a ti y al igual que hicimos antes, sé fiel a él. Ésta es una segunda opción.
Algunos errores comunes
Cuando se trate independientemente de sistemas formulados por nosotros mismos o de nuevas variables y mejoras que estemos intentando implementar en modelos ya existentes y que deriven por tanto en otros sistemas, nunca será acertado cambiar la estrategia cada poco tiempo bajo el pretexto “hay que optimizarla”. En muchas ocasiones, el principal motivo que nos lleva a pensar esto no son realmente razones objetivas que expliquen un mal diseño y funcionamiento del sistema sino el hecho de no estar obteniendo unos determinados resultados en el corto plazo y la poca paciencia que tenemos. Si has diseñado y te estás basando en un sistema que ha sido configurado para obtener una CAGR determinada en un periodo de 10 años mínimo, ¿por qué esperas obtener por ejemplo sí o sí la rentabilidad media anual del periodo en cuestión de 2 ó 3 meses? Reitero, paciencia.

Por supuesto también habrá casos en los que comprobemos y efectivamente el sistema falle ya no por sesgos cognitivos, sino por parámetros cuantificables y racionales. Quizás la base de la que partimos sea errónea (en el caso de sistemas propios) y no esté bien diseñada, puede que las mejoras que nosotros hemos considerado incluir en sistemas ya existentes simplemente no funcionen o tal vez estemos incurriendo también en una sobreoptimización del modelo. Si este es el caso, habrá que comprobar de nuevo todo desde la base y si ésta falla, rediseñar todo desde el punto inicial.
En este sentido, el hecho que nuestros propios sistemas estén testados (puestos a prueba con herramientas de backtesting) y arrojen unos resultados extraordinarios, no significa que vayan a poder ser extrapolables a la realidad con una coincidencia del 100%, incluso no pudiendo llegar en ocasiones siquiera a ponerlos en marcha. Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones (sirva como ejemplo), obviar la inclusión en nuestro sistema de variables y filtros de liquidez y/o de tamaño (Market Cap) es motivo suficiente para que nuestros sistemas no sean replicables en la realidad. Cuando ignoramos estos parámetros los resultados que nuestro sistema dé pueden ser espectaculares pero recogiendo empresas impracticables por nosotros (no podemos comprarlas). Este es el caso de las llamadas ‘penny stocks’ que cotizan a céntimos y que podrían reportarnos rentabilidades extremadamente elevadas pero que, sin embargo, en muchas ocasiones son ilíquidas y/o OTCs (Over The Counter por sus siglas en inglés), éstas últimas negociadas fuera de los mercados organizados.
Claro que se pueden optimizar los sistemas para tratar de obtener mayor provecho, pues siempre existen mejoras que poder aplicar y que funcionan realmente bien. Ahí están los continuos aportes e innovaciones que lo demuestran, pero todas parten de una base que funciona, de lo contrario y partiendo de un inicio mal planteado, estaremos realizando un trabajo banal. No confundamos optimizar con modificar “para ver si funciona”. Esto último es un sinsentido.
Llegados a este punto, si has testado bien una estrategia propia previamente y comprobado además que no incurres en overfitting, curve-fitting (5) o ambos, adelante, sé fiel a ella y confía sin cambiar nada durante el plazo que has estudiado y te has marcado. Sé que no será fácil aguantar los momentos en los que la volatilidad cumpla con los pronósticos y azote en su parte más negativa, pero piensa que no es más que eso, ¡pues se están cumpliendo los parámetros que ya predijiste! Es decir, tu sistema está funcionando. Pero ojo, si la volatilidad en su parte “mala” es muy superior a la que estás dispuesto a soportar y la consideras el principal factor a solucionar ya que es al que más temes y más te preocupa dado tu perfil de inversor, ¿podríamos ir todavía un paso más allá y en lugar de configurar una cartera con un modelo de inversión basado únicamente en estrategia sólo long (alcista) mejorarla incluyendo coberturas de inversión que nos ayuden a controlarla? La respuesta es SÍ, pero a cambio de rentabilidad, aunque en muchos de estos modelos aun seguiríamos obteniendo unas cifras de retorno nada despreciables. Eliminar volatilidad negativa sin pagar precio por ella, es decir, sin a cambio mermar la rentabilidad, no existe. No busquemos la fórmula que aúne altas rentabilidades para perfiles conservadores. (6)
Se pueden hacer cosas realmente brillantes, pero para ello sí es necesario conocer y tener una profunda comprensión de lo que estás haciendo que te permita confiar en eso. Como el propio José Iván dice en su artículo ‘Apalancamiento y cobertura de riesgo | ¿Value Investment?’ y en referencia a modelos ‘Value’ que explica en el mismo y que se valen además de cobertura y apalancamiento para mejorar los resultados, “la puesta en marcha -refiriéndose a estos modelos y sistemas de inversión- requiere de una comprensión enorme o tus sesgos cognitivos y errores de comportamiento te harán abandonar el barco en tu primer año.”
Conclusiones y algunas recomendaciones adicionales
Desde mi experiencia y un punto de vista que ha ido definiéndose y forjándose a lo largo de todo este tiempo, si queremos tener un éxito sostenido en las inversiones, la clave principal está en eliminar el factor emocional y los criterios subjetivos de selección y de comportamiento, para en su lugar basarnos desde el principio y ya de forma permanente, en factores lo más objetivos, contrastados y racionales posible. Dicho esto, para lograr obtener altas rentabilidades de forma fiable a largo plazo, el camino de la inversión cuantitativa es el mejor que he encontrado. Es el mejor proceso y método que he conocido hasta la fecha, que por medio del factor investing como herramienta de partida, el uso de un lenguaje financiero común y asequible y la aplicación de los mismos parámetros de inversión cuantitativa que usan los grandes inversores billonarios, he podido comprobar que es el que mejor explica no sólo una serie de elevados retornos sostenidos a largo plazo, sino que también es el que mejor augura y me otorga mayor confianza en la obtención de éstos a futuro.
El uso de un sistema de inversión cuantitativa es el que mejor me permite obtener lo positivo del Value (de la inversión en valor), eliminando más eficazmente la parte más negativa de las inversiones, la emocional, en todos sus estadios. Centrados por tanto en esto y tras nuestras primeras lecturas, deberíamos ser capaces de poder empezar a hacer nuestras primeras pruebas y comprobaciones y experimentar hasta seleccionar qué ratios vamos a usar (con cuáles nos identificamos más) y por qué (qué razones hay para que éstos me generen más confianza que otros), por lo que mi recomendación es estudiar y comprender primero las ratios, sus bondades y sus desventajas lo mejor posible.
No obstante lo anterior y como ya adelanté, para aquellos que buscáis batir a la inflación pero que en este punto os desalentéis por no disponer o no querer dedicar recursos a la formación (sobre todo tiempo) o simplemente seáis más perezosos, os diré para vuestra suerte que no es tarea obligatoria. Os pondré un ejemplo: si al final una cifra bastante elevada de inversores se está dejando persuadir por la industria y se convence a sí misma y es capaz, en definitiva, de basarse únicamente en una serie de indicadores técnicos para tomar decisiones de inversión por riesgo y cuenta propia (y cuando no incluso de terceros), creyendo que las dos escasas lecciones que ha recibido de un broker (u otro ente) son suficientes para adentrarse a operar en un mundo tan voraz y exigente, ¿por qué no debería entonces bastar también con basarse mejor en unos ratios lógicos, racionales, objetivos y contrastados que vienen usando no sólo inversores de renombre a lo largo de muchos años, sino que por si fuera poco demuestran además en numerosos estudios (y en publicaciones reales) que funcionan y, todavía mejor, les han hecho convertirse en billonarios? ¿No sería más lógico entonces fiarse de éstos y aplicar sus estrategias?
De esta forma, en el caso de una actitud más pasiva, uno puede incluso optar por no “complicarse la vida” en formarse para entender bien y lo más en profundidad posible qué se está haciendo (al contrario de lo que “inconformistas” como yo sí hacemos), para sencillamente emular, a través de terceros expertos profesionales, las estrategias de estos inversores billonarios (pues por cuenta propia ya requeriría de un mínimo de formación). Y lo mejor de todo es que ¡funcionaría exactamente igual!
Ojo, con esto no quiero decir que esta tercera y última opción sea la mejor solución a adoptar, pues como ya he dicho, soy fiel acérrimo del estudio y el aprendizaje antes de emprender nada. Sin embargo, es cierto que funcionaría igual y creo que por tanto vale como ejemplo para ilustrar el hecho que si optas por emprender caminos y tomar decisiones sin comprenderlas del todo previamente, mejor lo hagas sobre estrategias que estén basadas en criterios objetivos, contrastados, fiables y que han demostrado funcionar bien a lo largo de mucho tiempo. Eso sí, eligiendo esta opción (gestión pasiva por terceros) se hace todavía más necesario e indispensable si cabe contar con el asesoramiento de verdaderos expertos profesionales, tratando de seleccionar a los mejores que podamos permitirnos y en quienes sobre todo podamos depositar nuestra confianza, que demuestren resultados y quienes también se nutran directamente, de la misma manera que hacemos quienes emprendemos el camino de forma más activa, de buenas fuentes de datos, seguras, contrastables y de calidad. Esto es de vital importancia. Sirva como ejemplo la herramienta de zonavalue.com que permite acceder a una base de datos tremendamente potente, útil, objetiva y de extracción rápida.
Siguiendo las directrices comentadas, los resultados llegarán, positivos y con creces. Os invito a que hagáis la prueba.
Reflexiones finales
“No son los ojos los que ven, sino lo que nosotros vemos por medio de los ojos”
Platón
Al principio de mi artículo incluí una ilustración relativa a ´El Mito de la Caverna’ de Platón, que aparece en su libro ‘La República’. Este mito es una alegoría que pretende explicar el mundo físico tal y como lo observamos y su relación con el mundo de las ideas, que se extiende fuera del que conocemos y que frecuentemente rechazamos por la comodidad que nos ofrece el ya conocido (aun manipulado).
Haciendo alusión a este maravilloso mito, uno de los problemas es que la gran mayoría de las personas sigue creyendo y sólo conoce la realidad de las sombras de los objetos que por medio de una luz proyectada tras un muro a espaldas de nosotros, nos reflejan delante, cuando esas imágenes son precisamente las que la sociedad y la industria nos muestran y quieren que veamos.
La realidad está precisamente detrás, en el proyector, detrás de las cámaras, tras el guión, en los actores, en los directores y en la producción. Es el mundo de la verdad más real y más amplia. Y sí, admitámoslo, pueden ser grandes películas que nos atrapen, tremendamente “reales” y trepidantes en muchos casos, pero también llenas de trágicos finales como ‘Titanic’, by ‘Wall Street Studios’.
Siento decir que yo tampoco he encontrado ninguno de los santos griales tan buscados y anhelados por tantos inversores ávidos de enormes rentabilidades en periodos “corto placistas”, y que al fin y al cabo, son víctimas ignorantes que navegan en ese famoso transatlántico tan lleno de esperanzas e ilusiones etéreas que, como todos bien sabemos y por muchas veces que veamos la película, termina a la deriva hundiéndose y llevándose consigo al menos buena parte de esos miles de sueños a lo más profundo del océano. Los artífices de tan fabuloso film no mueren, pero sí desaparecen. Esas fórmulas técnicas que “dicen” hacerte rico de forma infalible en corto periodo, sin asunción excesiva de riesgo y pudiendo además hacer vida normal, simplemente no existen. Y te lo dice quien fue a bordo de ese barco.
No seamos cómodos, no nos dejemos engañar movidos por la inmediatez y la impaciencia más letales. No nos mostremos contumaces por orgullo estéril. Es cierto que nos han educado y entrenado dentro de la caverna para que todo aquello que ha supuesto tremendo éxito a otras personas y que efectivamente podría otorgárnoslo también a nosotros, aun simple, automáticamente pensemos que debe ser un compendio de algoritmos matemáticos complejísimos y de una magnitud tremenda y dificilísima de entender y asimilar y no, os aseguro que no es así, nada más lejos de la realidad.
“El hombre sabio querrá estar siempre con el que es mejor que él”
Platón
Si nos paramos por un momento a observar con detenimiento el legado de los inversores billonarios como Benjamin Graham, así como la multitud de las aportaciones y avances que muchos otros como los que ya nombré y que siguen en activo ofrecen a través de métodos científicos como el factor investing, nos daremos cuenta para nuestra grata sorpresa que sus estrategias resultan mucho más sencillas de entender de lo que imaginábamos. Si para ello podemos también rodearnos de personas más sabias que nosotros que nos enseñen y ayuden a comprender y asimilar mejor, el proceso de aprendizaje resultará todavía mucho más efectivo. Puede que sí sean métodos basados en fórmulas y ratios financieras, pero mucho más fáciles y comprensibles en sus conclusiones de lo que creéis y os hacen creer.
Cuando estas conclusiones a las que han llegado a lo largo de años de estudio y de práctica real se comprenden, es cuando uno da el primer paso en firme hacia la inversión inteligente y con sentido común, dejando de ser marioneta y tomando las riendas de tu propio corcel para ascender sin alas de Ícaro por el camino de la inversión cuantitativa hacia una cima real donde aguardan elevadas rentabilidades.
En mi caso, al igual que ellos hicieron y siguen haciendo conmigo (KAU Markets), también me veo en la responsabilidad y la obligación moral de transmitiros este conocimiento adquirido a lo largo de todo este tiempo para que lo conozcáis y sepáis que existe otra realidad distinta a la que percibís y que, desde mi experiencia, esconde y recoge mayor verdad, un punto de vista menos influenciable por opiniones hegemónicas, menos moldeable, una realidad más nítida y más exacta. Hay mundo más real y conocimiento más útil mucho más allá del proyectado en las películas, en los medios… os lo dice quien salió de la caverna a explorar y aprender y viene para explicaros su experiencia.
En fin, hasta aquí lo que hasta el momento y a modo sucinto ha supuesto mi aventura, compartida con vosotros. Como dije al principio, mi viaje no termina aquí, pues lo mejor y lo más bonito está aun por llegar. Espero que os haya gustado y sobre todo, que este relato os sirva y pueda resultaros de utilidad.
——-
Gracias a Lorenzo Serratosa, a Jorge Botello, a Fernando Villar, a Javier Muñoz, a Natalia Martín, a José Escudero y, sobre todo y muy en especial, a José Iván García y a Juan Esteve, quienes me abrieron la puerta al camino del conocimiento útil, quienes siguen recorriéndolo junto a mí, y para quienes no tengo sino palabras de enorme agradecimiento. A todos, GRACIAS.
- Mr Market es como Joel Greenblatt denomina al mercado, personificándolo y haciéndolo más real al lector, más cercano. Se vale del recurso del símil para ilustrar que los vaivenes del mercado financiero son como los cambios de humor de un individuo, pues en definitiva si lo pensamos éste no está sino compuesto de la suma de muchas personas. Un recurso empleado a mi parecer de forma muy eficaz, que cumple perfectamente con el cometido de hacer que su explicación responda a una sencillez extraordinaria y fácilmente entendible por todos.
- ‘Las estrategias secretas de los grandes gestores Value: Opciones’ – https://zonavalue.com/escuela-estrategias-opciones
- ‘El Value Investment más rentable | by Toby Carlisle (Net Net Strategy)’ – https://joseivangarcia.com/el-value-investment-mas-rentable-by-toby-carlisle-net-net-strategy
- ‘Inversión Contrarian en situaciones especiales’ (Contrarian Investment in Special Situations) – https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3149336
- ‘El concepto de Curve-fitting para Factor Investors y cómo validar nuestros estudios de Backtest (zonavalue.com)’ – https://www.rankia.com/fondos-de-inversion/fonvalcem-kau-markets/blog/4042726-concepto-curve-fitting-para-factor-investors-como-validar-nuestros-estudios-backtest-zonavalue-com
- Para profundizar más sobre este tema véase el magnífico artículo de José Iván García ‘Apalancamiento y cobertura de riesgo | ¿Value Investment?’ – https://joseivangarcia.com/apalancamiento-y-cobertura-de-riesgo-value-investment)