El ciclo presupuestario de Estados Unidos arranca cada año con la propuesta de la Casa Blanca en febrero, sigue con ajustes de los comités del Congreso en primavera, y culmina con la aprobación de los doce proyectos de asignaciones antes del 1 de octubre, fecha de inicio del nuevo año fiscal.
En la práctica, esto casi nunca se cumple y se suele recurrir a resoluciones provisionales (continuing resolutions) para evitar que el gobierno se quede sin fondos.
En 2025, la situación es especialmente tensa. En marzo se aprobó una extensión temporal que mantuvo la financiación hasta el 30 de septiembre. Pero a finales de septiembre, ninguno de los doce proyectos de gasto para el año fiscal 2026 ha sido aprobado.
La consecuencia directa es clara: si antes de la medianoche del 30 de septiembre no hay un nuevo acuerdo, el 1 de octubre se activa un cierre parcial del gobierno.

¿Qué implica esto?
Ese cierre implica que parques nacionales, museos y agencias federales “no esenciales” cerrarán sus puertas; cientos de miles de empleados públicos serán enviados a casa sin cobrar; y los considerados esenciales (militares, controladores aéreos, policías federales) trabajarán sin sueldo hasta que se aprueben los fondos.
La crisis se agrava porque el Poder Judicial federal ha advertido que no podrá mantener operaciones normales más allá del 3 de octubre sin financiamiento adicional.
Esto podría retrasar juicios, suspender audiencias y dejar a muchos trabajadores judiciales en suspensión. La Oficina de Gestión y Presupuesto incluso ha pedido a las agencias que preparen planes no solo de parón temporal, sino de despidos permanentes en programas fuera de las prioridades de la administración, lo que convierte a este cierre potencial en más agresivo que los anteriores.
El conflicto político es el núcleo del problema. La Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, aprobó una propuesta de extensión hasta el 21 de noviembre, pero el Senado —con mayoría ajustada y reglas de filibuster que obligan a buscar 60 votos— la rechazó.
Los demócratas exigen que cualquier acuerdo de financiación incluya medidas sobre salud (como la extensión de subsidios del Obamacare y la defensa de Medicaid), restauración de fondos a medios públicos y otros programas sociales.
Los republicanos, con Trump a la cabeza consideran esas demandas excesivas.

Además, dentro del propio Partido Demócrata no hay una estrategia totalmente unificada: algunos prefieren evitar el cierre a toda costa, mientras que otros creen que resistir y presionar puede dar réditos políticos, aunque implique unos días de parón. Esta falta de cohesión interna también ralentiza el proceso de negociación.
¿Qué consecuencias económicas tiene?
El 30 de septiembre a medianoche es el límite: si no se llega a un acuerdo, el 1 de octubre empieza el cierre. A partir de ahí, las consecuencias se amplificarán día a día.
En cierres anteriores, el impacto económico fue de miles de millones de dólares semanales, se retrasaron pagos a contratistas y programas sociales, y aumentó la presión mediática y ciudadana sobre los legisladores.
Todo indica que esta vez podría ser peor, dado el endurecimiento de las posturas y la amenaza de despidos permanentes.
No obstante… Todo lo perdido, tiende a recuperarse:
Las estimaciones de GS, sugieren una disminución de 15 puntos básicos en el crecimiento del PIB por semana de cierre durante el trimestre afectado, con una recuperación posterior en el trimestre siguiente.
Por ejemplo, un cierre de tres semanas podría resultar en un recorte de 45 puntos básicos en el crecimiento del PIB, seguido de un impulso en el trimestre siguiente.
La duración del cierre, que es lo más importante, dependerá de cinco factores:
- La disposición a hacer concesiones,
- La presión de la opinión pública,
- Los efectos inmediatos en servicios críticos,
- La capacidad de algunas agencias de aguantar con fondos de reserva
- El margen de maniobra que decida usar la administración en la Casa Blanca.
En escenarios optimistas, podría resolverse en pocos días; en los pesimistas, prolongarse semanas y tener un impacto económico y político significativo en la antesala de las elecciones de 2026.
¿Qué consecuencias bursátiles tiene?
Aunque esto pueda sonar un riesgo a corto plazo… No suele ser un gran obstaculo para los mercados a medio plazo.
Un aumento medio del 13% a un año vista. Vía RyanDetrick

Este evento de “incertidumbre” política, viene ligado a otros eventos clave en la semana… Especialmente el dato de NFP, que podría retrasarse:

Entendiendo el momento de inicio de ciclo de bajadas de tipos en elq ue nos encontramso y sabiendo que es un dato clave… Quizás su retraso sea el mayor riesgo.
También hay otros factores en la semana que pueden tener grandes implicaciones:
Cómo la entrada en vigor de nuevos aranceles:

Rebalanceos de los fondos de pensiones: Se estima que los fondos de pensiones de EEUU venderán 22.000 millones de USD en acciones estadounidenses al cierre de mes.

Y el movimiento del Collar de JPM que últimamente es incluso más importante que el vencimiento trimestral:





