Meta Platforms presentó unos resultados trimestrales espectaculares. Superó ampliamente las previsiones del mercado en todas las métricas clave: ingresos, beneficios, márgenes, usuarios… y aun así, deja sobre la mesa una preocupación legítima sobre su sostenibilidad a medio plazo. Porque detrás del entusiasmo inicial del mercado —con la acción disparándose un 10% y tocando máximos históricos— hay una lectura más sobria que merece atención.
Resultados: aceleración generalizada y cifras récord
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Ingresos: $47.520 millones (+22% YoY), frente a los $44.800 millones esperados.
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Beneficio por acción (EPS): $7,14, muy por encima de los $5,92 proyectados.
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Publicidad: $46.560 millones (+21%), sigue siendo el motor.
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Ingresos de la familia de apps: $47.150 millones (+22%).
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Usuarios diarios activos (Family DAU): 3.480 millones (+6,4%), batiendo previsiones.
La compañía también reportó un margen operativo del 43%, frente al 38% del año anterior, y un beneficio neto de $18.340 millones (+36% YoY). El crecimiento fue sólido tanto en volumen de impresiones publicitarias (+11%) como en el precio medio por anuncio (+9%). En otras palabras: más usuarios, más uso, más monetización. Meta ha vuelto a su mejor versión operativa.
Guía para el próximo trimestre: optimismo sin complejos
La dirección ha proyectado unos ingresos para el Q3 de entre $47.500 y $50.500 millones, por encima del consenso de $46.300 millones. Y aunque no ofrecieron estimación específica para el Q4, avisaron que esperan una desaceleración del crecimiento interanual por comparación con un final de 2024 especialmente fuerte.
Hasta aquí, todo son aplausos. Pero ahora viene lo importante.
La otra cara del trimestre: gasto, gasto y más gasto
La otra parte del informe —que pocos parecen haber leído con atención— es que Meta está acelerando el gasto a niveles históricamente agresivos, incluso para sus estándares.
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OPEX (gastos operativos) crecerá entre un 20% y 24% en 2025 y se espera que en 2026 aumente aún más rápido. Eso equivale a pasar de $114.000 millones a más de $141.000 millones en un solo año.
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CAPEX (gasto de capital) se estima en $66-72 mil millones en 2025, y Zuckerberg ya anticipa “otro año de crecimiento significativo del CAPEX en 2026”. Traducción: Meta podría gastar $100.000 millones en CAPEX en 2026, frente a los $67.000 millones actuales. El consenso de analistas estaba en $80.000 millones. El desvío es brutal.
Esta cifra no es anecdótica. Es una apuesta a largo plazo por dominar la infraestructura y el talento en IA, pero que pone en jaque la generación de flujo de caja libre (FCF).
¿Está en riesgo el flujo de caja libre?
Más allá del espectacular crecimiento en ingresos y beneficios, hay una cuestión estructural que empieza a generar preocupación entre los inversores más atentos: el equilibrio entre generación de caja y ambición inversora.
Meta ha elevado tanto su gasto operativo como sus inversiones en infraestructura a niveles sin precedentes. Solo en 2025, se espera que los gastos totales oscilen entre los 114.000 y 118.000 millones de dólares, con un CapEx proyectado de hasta 72.000 millones, y un crecimiento “significativo” ya anticipado para 2026.
Este ritmo de inversión —ligado principalmente a su apuesta por la inteligencia artificial y los centros de datos— plantea una pregunta clave:
¿hasta qué punto puede sostener Meta su flujo de caja libre si continúa acelerando el gasto a este ritmo?
Aunque la compañía sigue generando enormes cantidades de efectivo, el margen se estrecha. Las recompras de acciones, la disciplina financiera y la capacidad de adaptación futura dependen en última instancia del FCF. Si los gastos superan consistentemente la capacidad de generación, Meta podría ver comprometida su flexibilidad estratégica en los próximos trimestres.
Por ahora, el mercado parece darle un voto de confianza. Pero la sostenibilidad del crecimiento, especialmente en IA, dependerá no solo de cuánto se invierte, sino de cómo y cuándo se traduce en retornos reales.
¿En qué se está gastando el dinero?
El grueso del aumento en OPEX y CAPEX se destina a:
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Infraestructura de IA: clústeres Prometheus e Hyperion, data centers multigigavatio, chips propietarios y entrenamiento de modelos fundacionales.
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Contrataciones ultra premium: paquetes salariales de hasta $100 millones garantizados para fichajes clave en IA.
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Reality Labs y visión XR: la unidad sigue quemando más de $4.500 millones por trimestre, con ingresos marginales ($370M en Q2), aunque Zuckerberg insiste en su potencial futuro.
Como señaló la CFO Susan Li, el gasto crecerá principalmente por dos razones: infraestructura masiva y compensación a talento técnico. A pesar de que exploran fórmulas de financiación externa para centros de datos, aún no hay acuerdos cerrados.
Meta AI y “la superinteligencia personal”: narrativa potente, monetización lejana
Zuckerberg presentó su visión de construir una “superinteligencia personal” con un enfoque en empoderar al individuo, más que en automatizar tareas empresariales. Durante la conference call, reconoció abiertamente que la monetización significativa de la IA no llegará ni en 2025 ni en 2026.
En su carta a inversores, subrayó que “primero construiremos la mejor tecnología; después, la llevaremos a escala mundial; y solo entonces, pensaremos en monetizar”.
Este enfoque puede tener sentido estratégico, pero implica dos años de inversiones gigantes sin retorno directo. Mientras tanto, el negocio publicitario debe aguantar el peso del imperio.
Conclusión: Meta impresiona, pero el mercado mira hacia otro lado
Los resultados fueron brillantes y el mercado ha respondido con entusiasmo, llevando las acciones a máximos históricos por encima de $770. Pero conviene separar la narrativa de los números reales.
Meta tiene la ventaja competitiva, el liderazgo técnico y el músculo financiero para ejecutar su visión. Pero también está estirando su estructura de costes hasta niveles sin precedentes. Si el crecimiento de ingresos no mantiene este ritmo, la compañía podría encontrarse en una situación incómoda: mucha inversión, poco retorno y márgenes estrechándose.
Por ahora, el mercado aplaude. Pero conviene no perder de vista lo que viene después del aplauso.





