Cuando uno empieza a interesarse por el mundo de las finanzas, es fácil sentirse abrumado. Acciones, bonos, índices, inflación, tipos de interés… y de repente, aparece un concepto aún más misterioso: los derivados financieros. Los instrumentos como las opciones, futuros o los warrants nos ayudan a proteger nuestra cartera de inversión, nuestro producto, negocio o simplemente nos permiten tener exposición a un determinado movimiento de mercado.
¿Te suena complicado? No te preocupes. Hoy vamos a explicarte qué son los derivados financieros, para qué se utilizan y por qué es importante que los conozcas, incluso si estás dando tus primeros pasos en la inversión.
Qué es un derivado financiero en pocas palabras
Un derivado financiero es un instrumento cuyo valor “deriva” o depende de otro activo subyacente, como una acción, un índice bursátil, una materia prima o incluso una moneda. Es decir, no compras directamente ese activo, sino un contrato que depende de cómo se comporte su precio en el futuro y en una fecha concreta.
Dicho de otro modo, no estás comprando el activo directamente, sino apostando (de forma estructurada y legal) sobre lo que crees que pasará con su precio.
Imagina que haces una apuesta con un amigo sobre si el precio del petróleo subirá o bajará la próxima semana. Ese acuerdo entre ambos, aunque informal, es un derivado. No compras petróleo, pero ganas o pierdes dinero según lo que ocurra con su precio.
Y explicándolo con algunas palabras más…
Los inversores suelen utilizar los derivados para cubrir sus riesgos, maximizar sus beneficios o limitar las pérdidas. Aunque están disponibles directamente en forma de opciones o futuros, el inversor medio también puede acceder a los derivados a través de fondos que invierten en ellos. Sin embargo, los derivados pueden ser inversiones arriesgadas y no son apropiadas para todo el mundo. Antes de comenzar a operar con ellos, debemos asegurarnos de comprenderlos bien y los riesgos que asumimos con cada operación.
Los derivados pueden negociarse en bolsa o en mercados no organizados (OTC). Las opciones y los futuros se negocian en bolsas reguladas, como el CME Group, la Bolsa de Nueva York (NYSE) y el Nasdaq. Por su parte, los forward y los swaps se negocian de forma privada y no están disponibles para el inversor promedio.
Estos instrumentos financieros ven variar su precio en función del valor del activo subyacente. De ahí el nombre de derivados, ya que derivan el valor de ese subyacente.
Tipos de derivados financieros más comunes
Cuando hablamos de derivados hay que hablar primero de 3 tipos básicos que hacen referencia a los contratos:
- Contratos con la obligación de comprar o vender un activo en un momento y a un precio determinados.
- Contratos con el derecho a comprar o vender, pero no la obligación de hacerlo.
- Contratos por diferencia: no otorgan ni un derecho ni una obligación sobre el activo subyacente físico.
Por otro lado, los derivados activos más comunes y conocidos son los futuros, forwards y swaps son contratos de obligación.
Las opciones son contratos de derechos, y pueden tener como activo subyacente acciones, bonos o índices y los CFDs son contratos por diferencia. Para entender mejor estos conceptos vamos a ver uno por uno, más detenidamente.
Existen cuatro tipos de contratos de derivados. Estos son los nombres qué más escucharas:
Contrato de Futuros
Los contratos de futuros son muy utilizados para cubrir el riesgo de precio de un determinado activo, por ejemplo una materia prima. Son contratos estandarizados donde se especifica el tipo de subyacente, la cantidad, la calidad, el precio, el lugar y la fecha de entrega. El producto puede ser físico, como el maíz, o financiero, como un índice o un bono. Estos contratos se negocian en bolsa y su precio se actualiza continuamente.
Forwards
Algunas empresas e inversores pueden tener la necesidad de proteger un activo que no está disponible en un contrato de futuros estándar. Los forwards son contratos de futuros personalizados que se negocian entre un comprador y un vendedor fuera del mercado estándar. No se negocian en una bolsa y no están regulados, por estas razones, conllevan un mayor riesgo de impago, lo que los hace inadecuados para el inversor promedio.
Swaps
Los swaps facilitan un intercambio de valores, ya sea con diferentes vencimientos o con diferentes flujos de efectivo. Los tipos más comunes de swaps son los de materias primas, los de divisas, los de incumplimiento crediticio y los de tipos de interés. Son contratos que se negocian fuera de las bolsas.
CFDs
Un CFD es un acuerdo entre dos partes (el inversor y el bróker) para intercambiar la diferencia entre el precio de entrada y el precio de salida de un activo, sin que el inversor llegue a poseer el activo subyacente. Es un instrumento especulativo, no de inversión tradicional. Permite operar con apalancamiento y no posees derechos económicos ni políticos sobre el activo subyacente, aunque algunos brókers pueden ajustar pagos por dividendos virtuales.
Opciones Financieras
Un contrato de opción es un acuerdo entre un comprador y un vendedor que da al comprador el derecho, pero no la obligación, de comprar o vender un determinado activo en una fecha posterior a un precio acordado. Estos contratos dan derecho a comprar (Call) o vender (Put) los valores subyacentes: acciones, bonos, materias primas o índices en la fecha futura acordada.
Las opciones cotizan en bolsa con un precio para el contrato (prima), una fecha de vencimiento y un precio para el activo (strike).
Y es precisamente este último —las opciones— el que merece una mención aparte, ya que son uno de los derivados más versátiles, populares y también más utilizados por inversores minoristas que buscan mejorar sus resultados sin exponerse a riesgos descontrolados.
Si este mundo te interesa y quieres dar un paso más, existen formaciones como el curso de Opciones Financieras de INTEFI Escuela de Negocios con el que completarás tu formación inicial en derivados y podrás conseguir una base sólida como inversor. Aprenderás a proteger tu cartera sin vender tus activos y conocerás estrategias que grandes inversores utilizan todos los días.
Funcionamiento del mercado de derivados financieros
Aunque al principio puedan parecer complejos o reservados solo para grandes instituciones, los derivados financieros tienen aplicaciones muy útiles, tanto para inversores profesionales como para particulares. Su versatilidad los convierte en herramientas clave para múltiples estrategias dentro del mundo financiero.
A continuación, te explicamos sus principales usos con ejemplos fáciles de entender:
Cobertura (Hedging): proteger tu cartera
El uso más tradicional y prudente de los derivados es como mecanismo de cobertura ante riesgos del mercado. Es decir, se utilizan para protegerse contra posibles caídas de valor en una inversión que ya posees. Además, también te puedes proteger de la subida del precio de las acciones que tenías previsto comprar.
Tienes acciones de una empresa tecnológica y te preocupa que el mercado caiga en los próximos meses. Puedes comprar una opción de venta (PUT) para asegurarte un precio mínimo de venta. Si la acción baja, esa opción compensa la pérdida.
Este tipo de estrategia es muy común entre gestores de fondos y grandes patrimonios, pero también puede usarse en carteras personales.
Especulación: buscar rentabilidad a corto o medio plazo
Los derivados también permiten apostar por los movimientos del mercado sin necesidad de comprar el activo subyacente.
Con derivados como las opciones, futuros o CFD, puedes posicionarte tanto a favor como en contra de un activo. Esto te da más flexibilidad que comprando acciones al contado.
Si crees que el petróleo va a subir, puedes comprar un CFD sobre el petróleo. Si aciertas, ganas la diferencia entre el precio de entrada y el de salida, sin necesidad de comprar un barril físico.
Eso sí: especular con derivados implica riesgos. El apalancamiento puede aumentar tus beneficios… pero también tus pérdidas.
Apalancamiento: operar con más dinero del que tienes
Una de las características más potentes (y peligrosas) de los derivados es que permiten operar con apalancamiento. Esto significa que puedes abrir posiciones grandes con una inversión inicial pequeña.
Con 1.000€, puedes abrir una posición en futuros o CFD por valor de 10.000€, dependiendo del margen requerido.
Este efecto multiplicador puede acelerar tanto las ganancias como las pérdidas, por lo que debe usarse con cautela, especialmente si estás empezando
Diversificación y estrategias avanzadas
Con derivados, puedes construir estrategias que no serían posibles solo comprando acciones o bonos. Por ejemplo:
- Generar ingresos adicionales vendiendo opciones (estrategia conocida como “covered call”).
- Proteger tus beneficios sin vender tus activos.
- Replicar el comportamiento de un activo sin comprarlo directamente (muy útil en mercados internacionales).
Los derivados son fundamentales en estructuras como ETFs, fondos de cobertura (hedge funds) y estrategias de trading algorítmico.
Acceso a mercados globales e instrumentos difíciles de comprar
A través de derivados puedes invertir en materias primas, índices, divisas o tipos de interés sin necesidad de adquirir directamente esos activos.
¿Quieres invertir en el oro sin tener que comprar lingotes? Puedes hacerlo con un CFD, una opción o un futuro sobre el oro.
Esto abre el acceso a activos que tradicionalmente estaban reservados para grandes instituciones o requerían logística compleja.
Transferencia de riesgos
Este es el uso más importante de los derivados, ya que ayuda a transferir el riesgo de unos inversores a otros. Mientras que un inversor conservador puede aumentar la seguridad de su posición mediante un contrato de derivado, un inversor más arriesgado puede servir de contrapartida, con el objetivo de obtener beneficios a corto-medio plazo.
Oportunidades de arbitraje
Las operaciones de arbitraje consisten simplemente en comprar barato en un mercado y vender caro en otro. Con la ayuda de los contratos de derivados, se pueden aprovechar las diferencias de precios en dos mercados diferentes y de este modo crear mayor eficiencia en el mercado.
Entender los derivados financieros es una ventaja competitiva en el mundo de las inversiones. No se trata de que los uses inmediatamente, sino de que entiendas cómo funcionan, por qué existen y cómo pueden ayudarte a tomar decisiones más informadas.
Hoy en día, la formación es tu mejor activo. Así que, si estás empezando, da el siguiente paso y empieza a dominar uno de los temas más potentes (y menos comprendidos) del mundo financiero.




