El Banco de Japón elevó por unanimidad su tipo de interés oficial a corto plazo en 25 puntos básicos, hasta el 0,75%, en su reunión de diciembre, marcando el nivel más alto desde septiembre de 1995 y en línea con las expectativas del mercado.
La decisión supone la segunda subida de tipos del año, tras un incremento similar en enero, y refuerza el giro gradual del banco central alejándose de su política monetaria ultraexpansiva. El BoJ señaló que espera que las empresas continúen aplicando aumentos salariales sostenidos en 2026, en un contexto de mejora de los beneficios corporativos.
Aun así, el consejo subrayó que los tipos de interés reales siguen siendo “significativamente negativos” y que las condiciones financieras generales continúan siendo ampliamente acomodaticias, con el objetivo de seguir respaldando la actividad económica. Los responsables reiteraron que, si se materializa el escenario presentado en octubre, el banco continuará elevando los costes de financiación.
Por último, el BoJ proyectó que la inflación subyacente de precios al consumidor se desacelerará por debajo de su objetivo anual del 2% durante la primera mitad del ejercicio fiscal 2026, antes de repuntar gradualmente a partir de entonces.

El gobernador del Banco de Japón, Ueda, afirmó que la posibilidad de nuevas subidas de tipos dependerá de los datos.
Por ahora, los participantes del mercado no están del todo convencidos. Y, si me permites, yo también mantengo cierto escepticismo respecto a la probabilidad de que Ueda vuelva a plantarle cara al Gobierno por segunda vez. Han ganado la primera batalla hoy, pero como ya se ha comentado, el umbral para la próxima subida de tipos será aún más exigente que el actual.
Ueda ha dejado la puerta abierta a esa posibilidad, pero sin mostrarse especialmente insistente ni explícito sobre una verdadera intención de subir tipos de nuevo en marzo. De momento, “dependiente de los datos” parece ser la mejor fórmula de comunicación que pueden ofrecer.




