¿Sabes lo qué es un plan de inversión? ¿Sabías que un plan de inversión puede ahorrarte mucho dinero si mantienes la misma estrategia durante los tiempo difíciles? Vamos a ver qué es un plan de inversión, como construirnos uno y las claves principales para que saques el máximo partido a tus inversiones.
Definición de plan de inversión
Tener un plan de inversión es fundamental para todo inversor, porque no siempre somos los inversores racionales, lógicos y disciplinados que nos gustaría ser. Somos emocionales, tenemos miedo a las pérdidas y sufrimos sesgos de comportamiento.
Se ha demostrado en muchos estudios que la rentabilidad que obtienen los inversores individuales es inferior a la del índice en el que invierten, e incluso a la media de los fondos de inversión:
Estos menores retornos, se deben esencialmente a inversores que tratan de medir cuando entrar y salir del mercado, es decir, tratan de hacer market timing. Los inversores individuales no siempre se comportan de forma racional, algunas veces el miedo les hace vender sus inversiones durante un periodo de crisis, provocando grandes salidas de capital, y luego, cuando las cosas mejoran, vuelven a comprar las mismas acciones. Esto hace que la rentabilidad promedio del inversor individual sea inferior a la del índice que simplemente podría estar replicando, o del fondo en el que está invertido.
Funcionamiento de un plan de inversión
Un inversor particular puede evitar muchos de estos problemas creando un plan de inversión.
Un plan de inversión nos ayudará a reducir esta divergencia entre los retornos que obtenemos y lo que obtiene nuestro fondo o índice. Con el tiempo, esto puede ayudarnos a ahorrar mucho dinero y podremos alcanzar nuestros objetivos financieros más rápidamente. Pero lo más importante es que tener un plan de inversión nos ayudará a mantener la tranquilidad y la racionalidad durante una crisis en el mercado.
Para establecer nuestro plan de inversión podemos comenzar con las siguientes 4 claves:
1. Establece objetivos específicos y alcanzables
Por ejemplo, en lugar de plantearnos como objetivo tener suficiente dinero para jubilarnos cómodamente, establece exactamente la cantidad que vamos a necesitar. Un objetivo específico puede ser ahorrar 300.000 euros para cuando tengas 65 años.
2. Calcula cuánto necesitas ahorrar cada mes
Si necesita ahorrar 300.000 euros para cuando tengas 65 años, ¿Cuánto necesitarás ahorrar cada mes? Decide si esa es una cantidad realista que puede ahorrar cada mes, puedes usar el simulador de aportación mensual para un objetivo y así obtener la cantidad real de ahorro y el tiempo. Si no es así, es posible que tengas que ajustar sus objetivos.
3. Elige tu estrategia de inversión
Si estás ahorrando para un objetivo a largo plazo, puedes optar por inversiones más agresivas y de mayor riesgo, como renta variable. Si tus objetivos son a corto plazo, tendrás que elegir inversiones de menor riesgo y volatilidad, como renta fija. Dependiendo de tus objetivos y tu punto de partida, deberás adoptar un enfoque más agresivo o más conservados en tu plan de inversión.
4. Elabora una política de inversión
Tan importante como establecer una estrategia para tu plan de inversión es elaborar una política de inversión. Al igual que los fondos de inversión, nuestro plan debe contar con unas directrices que guíen nuestras decisiones.
La política de inversión de nuestro plan describirá las reglas, metas y objetivos de inversión; las estrategias que nos ayudarán a alcanzar nuestros objetivos, nuestras expectativas de rentabilidad y el horizonte temporal para el que invertimos. Asimismo, una parte importante que debemos incluir es el riesgo y la volatilidad que estamos dispuestos a asumir en nuestra cartera de inversión, así como los diferentes activos que compondrán esta.
También debemos especificar el grado de accesibilidad de nuestras inversiones y quién podrá gestionarla por nosotros, cómo se supervisará su cartera y cuándo deberemos reequilibrar las posiciones para seguir manteniendo el mismo perfil de riesgo.
Además de los reajustes, también deberíamos hacer una revisión de los retornos conseguidos frente a las expectativas que nos habíamos marcado.
Si nuestra cartera está bien diversificada, no debería ser necesario cambiar la estructura de esta, por ejemplo si contamos con una cartera de inversión sencilla con un fondo de renta variable nacional, otro fondo de renta variable internacional y un tercer fondo de renta fija, no nos perderemos ningún crecimiento económico, independientemente del lugar del mundo en el que se produzca, además de ayudarnos a soportar mejor las noticias y vaivenes diarios de los mercados.
Como ya sabes, los rendimientos pasados no son garantía de rendimientos futuros. Las cosas pueden cambiar, las economías pueden estancarse, la inflación puede repuntar y los tipos de interés pueden desviarse de las medias históricas. Esto puede obligarnos a cambiar y ajustar nuestro plan, o simplemente a dedicar mayor ahorro cada mes para alcanzar los objetivos que nos habíamos marcado.